martes, 7 de junio de 2022

MORERA


Hola Bonsaistas

Hoy vamos a hablar de otra de las especies comunes en nuestro país para su uso como bonsái. - . LA MORERA, Morus ssp.

Otro de los nombres por la que se la conoce es: moral.

El género Morus está emparentado con el género Ficus a través de la familia de las Moráceas, Moraceae, en latín, a la que ambos pertenecen, pero a diferencia de los ficus, las moreras solo comprenden un género con a penas una docena de especies. Como cualquier planta de esta familia su savia está compuesta de látex de color blanco.

Algunas de las especies, variedades y cultivares de este género  son:

 Moral, morera negra o moral negro (Morus nigra L.), de frutos negros, cultivada por sus frutos comestibles.


 Morera, morera blanca o moral blanco (Morus alba L.), de frutos blancos. Sus hojas sirven de alimentos a los gusanos de seda.


 Morera japonesa (Morus kagayamae Koidz. = Morus platanifolia auct.)



Morus alba L. cultivar fruitless.



Morus alba L. cultivar laciniata.



Morus alba L. cultivar macrophylla.



Morus alba L. cultivar multicaulis.



Morus alba L. f. pendula Dippel, de hojas colgantes.



Morus alba L. cultivar. pyramidalis.



Morus alba L. cultivar. venosa.

Existen algunas poblaciones silvestres, o naturalizadas, de moreras y morales, sur del Himalaya, China, Irán, Caucaso, India y Mongolia, pero aún así resulta difícil señalar con exactitud la región de la que es originaria esta especie, por lo que lo único que podemos decir es que su hábitat natural está situado en las zonas templadas y subtropicales de Asia meridional y central, habiéndose extendido posteriormente por esas mismas zonas de todo el hemisferio norte, debido al comercio de la seda.

Las principales características del género Morus son:

Árbol caduco, rústico, de tamaño pequeño o mediano, de hasta 15 metros de altura, con copa muy ramificada, ovoide o redondeada y difusa e irregular, generalmente más ancho que alto, puede llegar a vivir 500 años o más, aunque lo normal son 200 años.

Tronco recto y corto, nudoso y rugoso, con múltiples  engrosamientos, de corteza áspera y agrietada verticalmente en los ejemplares más viejos, de color pardo grisáceo o anaranjado, con ramas bajas muy macizas, que puede llegar a medir hasta 2 metros de diámetro en su base.

Hojas abundantes y caedizas, grandes o muy grandes, alternas, simples, pecioladas, dentadas, asimétricas, polimorfas, es decir, ovales o lobuladas con tres lóbulos o más y generalmente acorazonadas en la base, dependiendo de la especie y variedad, con ápice agudo o acuminado, de color verde oscuro (M. nigra) o claro (M. alba), y de color amarillo dorado en otoño, de 7 a 18 cm. de longitud y unos 8 cm. de ancho, con un pecíolo de más de 1 cm. 
de longitud, grueso y velloso. 
Cuando nacen en los chupones de la base del tronco sus hojas recuerdan a las de la higuera común (Ficus carica).

Con flores unisexuales en el mismo árbol (monoicas) o en árboles separados (dioicas). 
Sus flores son muy pequeñas e insignificantes y cuelgan de amentos, de color crema o verdoso. 
Se forman desde mediados hasta finales de la primavera.

Sus frutos son infrutescencias llamadas moras, similares a las zarzamoras comestibles y compuestas, es decir, se desarrollan sobre un receptáculo común, de aproximadamente 2 cm. de longitud, carnosas y con forma alargada, ovalada o redondeada, de color blanco, rosa, rojo, morado o negro dependiendo de la especie y estado de maduración en el que se encuentren. Maduran entre mediados y final del verano. 
Su sabor es dulce, aunque las que tienen más sabor son las del Morus nigra.

Situación

Debe cultivarse en el exterior durante todo el año, a pleno sol, controlando adecuadamente el riego, ya que así conseguiremos un crecimiento sano, con una ramificación mucho mayor y frondosa.

Aguanta muy bien la sequía, el frío y la contaminación, aunque en lugares demasiado fríos detiene su crecimiento y se desarrolla con dificultad.

Como cualquier árbol, necesita sentir el paso del invierno para que la llegada de la primavera le provoque el despertar de las yemas en reposo, y aunque resiste bien las temperaturas bajas, hay que tener cuidado con el frío y las heladas intensas, en cuyo caso podemos protegerla en el interior en un invernadero frío, pero sólo durante el tiempo estrictamente necesario para luego volver a situarla en el exterior.

El cultivo exterior durante todo el año, además de garantizar su correcto cultivo, nos ayudará a reducir el tamaño de sus hojas.
Una vez encontrado su emplazamiento más adecuado, no conviene moverla de sitio porque se resiente con los traslados, sobre todo si son frecuentes.



Riego y abono

Los riegos deben ser cada vez que se seque la superficie de la tierra, haciéndolo a fondo, es decir, hasta que salga abundante agua por los agujeros de drenaje, pero evitando el encharcamiento permanente de la tierra para evitar un exceso de humedad que pudra sus raíces. 
Durante la floración conviene espaciar más los riegos para evitar la caída prematura de las flores, por ejemplo, dejando secar totalmente la tierra entre riego y riego, pero sin demorar el riego más de lo necesario.

No hay que pulverizar las hojas ni mantener ambientes excesivamente húmedos de forma artificial porque correremos el riesgo de que aparezcan hongos.

Abonar con frecuencia con un abono orgánico de calidad, especialmente durante la época de crecimiento vigoroso, es decir, en primavera y también durante el otoño. 
Durante el invierno y la época más calurosa del verano debe reducirse la cantidad de abono porque son épocas con escaso o nulo crecimiento. 

Podemos ayudar a reducir el tamaño de las hojas, además de con una buena exposición exterior a pleno sol con el suministro de abonos más ricos en fósforo (P) y potasio (K) que en nitrógeno (N) para no fomentar el desarrollo de sus hojas, además así fomentamos la fructificación.

Trasplante

Debe trasplantarse anualmente debido a su rápido desarrollo y crecimiento, aunque en ejemplares viejos puede espaciarse cada 2 años. 
La época más apropiada es durante el comienzo de la primavera, justo un poco antes de que comience la brotación del año, cuando los brotes estén hinchados pero sin abrir.

Evita que se sequen las raíces en contacto con el aire durante el tiempo que dure el trasplante, evitando podar raíces a pleno sol o en un lugar con viento o corrientes de aire.

Una buena mezcla de sustrato para una morera podría ser una mezcla de tierra con un 30% de arena de grano grueso o material equivalente y 70% de mantillo.
En todo caso, tiene que ser una mezcla con un excelente drenaje ya que no tolera los suelos pesados y compactos, sino que prefiere mezclas algo arenosas y no muy ácidas.

Poda

La época más adecuada para la poda de ramas es después de la floración y ésta se debe realizar acortando de 1/3 a 2/3 la longitud de la rama. 
En cambio, si queremos hacer una poda fuerte de remodelación y a fondo, lo más conveniente es hacerla al comienzo de la primavera antes de que las yemas crezcan. 
Hay que tener en cuenta que podas muy fuertes y continuas pueden la calidad y vida de las moreras. 

Los pinzados deben realizarse durante la época de máximo vigor, cuando los brotes nuevos aún están tiernos y han crecido poco.

Si pinzamos los nuevos brotes, especialmente en las zonas más congestionadas y dejando sólo los que vayamos a necesitar para su modelado, conseguiremos árboles más ramificados y compactos, con hojas aún más pequeñas.

Además de podar para modelar, hay que podar para conseguir una estructura que permita la llegada de la luz a todas las ramas y las todas hojas puedan realizar la fotosíntesis.

Las podas fuertes de raíces deben realizarse en el momento de los primeros trasplantes, con una poda equivalente de ramas.
Entre la poda de ramas y el trasplante (o viceversa) debería  existir un intervalo mínimo de tiempo para no acumular demasiadas operaciones agresivas a la vez, por ejemplo, 3 semanas.




Alambrado

El alambrado de las moreras debe realizarse entre la primavera y el verano, preferiblemente después de una poda, y solo en árboles sanos. 
Aunque sus ramas son relativamente flexibles, conviene tener cuidado con la corteza del tronco y ramas, siendo aconsejable envolver el alambre con algo de rafia para proteger la corteza.

Debes vigilar las marcas del alambre en la corteza debido a la rapidez con la que engordan y crecen, generalmente el alambre debe retirarse en el momento en que vaya a comenzar la aparición de marcas en la corteza. 
Es recomendable no regar el día anterior al alambrado. 

Enfermedades y parásitos más comunes

Algunas de las enfermedades o plagas que pueden atacarle son:

Chancro de la morera: 
Es una enfermedad causada por un hongo (Gibberella baccata) que aparece en cualquier época del año, aunque suele manifestarse en verano, y que es capaz de matar tallos enteros. Generalmente la zona afectada muestra pequeñas postulas de color marrón rojizo. 
La forma de combatirlo es podar inmediatamente los tallos afectados y las zonas muertas para evitar su propagación

Cochinilla: 
Insecto chupador de savia de forma plana y redondeada (hembras) o alargada y rectangular (machos) que suele preferir la corteza de las ramas más jóvenes. 

Pseudomoniasis de la morera: 
Infección bacteriana de las heridas de los tallos causada por la bacteria Pseudomonas mori. 
Los síntomas son una manchas negras con un halo amarillo y en los nuevos vástagos aparecen zonas rugosas. 
No existe tratamiento, como en la mayoría de las infecciones bacterianas o víricas y lo único que podemos hacer es quitar inmediatamente los tallos y zonas afectas para evitar su propagación.

Reproducción

Es un árbol que se reproduce con relativa facilidad a partir de:

Esquejes duros del año anterior, es decir, de tallo adulto, de unos 20 cm. de longitud, preferentemente durante la primavera, aunque pueden plantarse en otoño pero con estacas de más de 150 cm. de longitud. 
También pueden usarse trozos de leña de 2 a 4 años. 
Estos esquejes, una vez que han enraizado, hay que dejarlos crecer, al menos durante un año, antes de comenzar a modelarlos como bonsai para asegurar el éxito del esqueje.

También se puede reproducir mediante acodos aéreos.

Y semillas: durante la primavera, con semillas frescas.


Curiosidades

El término latín "alba" (blanco) o "nigra" (negro) se usa dependiendo del color y tono de los frutos de cada especie.

Los chinos y los hindúes han cultivado moreras (Morus alba L.) para criar gusanos de seda, sericultura, desde hace más de 4.500 años. 
Hay dos teorías que explican su expansión de Asia hacia Europa. 
La primera considera que las moreras fueron introducidas en Europa durante el siglo VI, a través de Constantinopla, por unos monjes que robaron unos capullos de gusanos de seda y una plantas de morales. 
La segunda contempla la posibilidad de que Alejandro Magno la trajera de Persia a Grecia y de ahí pasara a Roma para luego extenderse por todo el Mediterráneo. 
Sea como fuere, lo cierto es que de adaptaron muy bien al clima mediterráneo y hay una gran cantidad de ellas por toda Italia. 
No obstante, hasta el siglo XV no se popularizó en toda Europa. En la antigüedad la seda se vendía a su peso en oro.

Uno de los morales m�s antiguos de España se encuentra en Villoviado (Burgos), con unos 500 años de antigüedad, conocido popularmente como el moral de la iglesia. 
En el pueblo se cuenta una leyenda sobre su origen y propiedades milagrosas, y cuenta que cuando los moros le cortaron la cabeza a San Vitores, de cada gota de su sangre que cayó al suelo brotó un moral y éste procede de uno de estos morales, de ahí que en el pueblo le consideren con propiedades milagrosas por intercesión de San Vitores.

Sus frutos, las moras, son ricas en vitaminas y azúcares, y además de comerse crudas se preparan en compotas y mermeladas. 
En Pakistán se cosechan las moras blancas y se dejan secar para consumirlas en invierno.

Las hojas de la morera y el moral se han empleado como alimento del ganado en invierno, para hacer te e incluso en caso de emergencia como alimento para las personas. 
El té se utiliza en medicina natural como tratamiento de la diabetes, ya que es un hipoglucemiante, y como astringente. 
Sus frutos y corteza de la raíz como laxante, su corteza como analgésico y antiinflamatorio.

A pesar de sus posibles aplicaciones médicas, nunca debemos utilizar ninguna parte de este árbol para automedicarnos. 
Solo un médico es la persona experta que puede indicarnos un tratamiento específico como remedio o alivio de alguna dolencia o enfermedad.



Ovidio pensaba que los frutos del moral se tiñeron de color rojo con la sangre de los amantes Pyramus y Thisbe. 
Los romanos untaban las trompas de los elefantes con el zumo de sus moras para hacerles más feroces en el combate.

Fernando Gatto

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